A finales del 2020, por la crisis de COVID, Francis y su familia migraron hacia el sur del continente. Viajaron caminando y pidiendo ayuda a los vehículos; nos narra que atravesaron las fronteras por las trochas, pasaron por ríos y caminaron cientos de kilómetros. Esta travesía la hizo estando en embarazo y con su hija aún pequeña, pero finalmente llegaron a Lima, Perú, donde nacieron sus mellizos.

Motivados por el “sueño americano”, en el 2022 decidieron migrar hacia Estados Unidos en busca de un mejor futuro; pero para Francis no fue posible emprender la travesía por la selva del Darién, y quedó sola en Medellín a cargo de sus hijos.

La situación económica ha sido difícil; su principal ingreso es la venta ambulante y por su estatus migratorio irregular no han podido alcanzar la integración socioeconómica. Francis narra que su mayor necesidad ha sido la salud de sus hijos, en especial la de los mellizos, que desde el año pasado han tenido dificultades de salud y no habían sido atendidos porque no cuentan con afiliación a una EPS, debido a que tienen nacionalidad peruana y no pueden acogerse al Estatuto Temporal de Protección (ETPV).

Francis vive en un inquilinato donde paga su alojamiento por días; allí, mientras conversaba de su situación con una vecina, esta le comentó que su hija era beneficiaria de ADRA en el proyecto de salud que implementa con el apoyo de ADRA Internacional. Francis estuvo muy temerosa de que sus hijos de nacionalidad peruana sí pudieran ser atendidos, porque ha vivido en otras ocasiones que “solo atienden gratis a los venezolanos”; fue a la IPS Universitaria Adventista y el equipo de ADRA registró al grupo familiar. Desde noviembre de 2022 reciben atención médica y medicamentos básicos y los mellizos también se pudieron realizar las pruebas de laboratorio que requerían desde hace tiempo y no había sido posible por falta de recursos económicos. Ella dice: “encontré una luz al final de túnel para mis hijos, muchas gracias por darme una esperanza”.